lunes, 31 de mayo de 2010
Redes 62: Desmontando mitos sobre el mundo
Redes 62: Desmontando mitos sobre el mundo
Enlace de interés: http://www.gapminder.org/
Cosas a tener encuenta: FMI y ataque neoliberal
El FMI ha instado hoy al Gobierno Español a aplicar reformas “urgentes y decisivas” para “reequilibrar la economía” e “impulsar la confianza”, entre las que destacan las peticiones de incrementar la flexibilidad del mercado laboral, lograr la consolidación fiscal, así como la de reformar y consolidar el sector bancario para reforzar su solvencia y eficiencia.
No hace falta ser demasiado astuto para darse cuenta, a la luz de los últimos acontecimientos, que estos avisos del FMI son el paso previo para que el gobierno neoliberal de Zapatero vaya implementando una por una las peticiones que se le hacen llegar desde sus amos en Washington.
Estemos, pues, preparados para el nuevo paquete de reformas neoliberales que han de llegar de manera inminente, con una reforma laboral y un paquete de medidas fiscales que podrán en jaque el Estado del bienestar, y, con ello, muchos de los logros alcanzados por el movimiento obrero en décadas de lucha por la defensa de sus derechos e intereses económicos y laborales.
Sepan de antemano que cuando el FMI habla de reformas laborales, está hablando, sin tapujos, de una regulación en el marco de las relaciones laborales que dé plena libertad a los empresarios para despedir y contratar fuerza de trabajo a su antojo, con un abaratamiento de los costes del despido, una flexibilización de la normativa jurídica para permitir la aceleración de los procesos de despido, y, sobre todo, nuevos marcos contractuales para fomentar el trabajo precario y establecer nuevos mecanismos que permitan al empresario encontrar las fórmulas necesarias para reducir el coste de los salarios. Todo ello, supuestamente, con el fin de agilizar el “mercado” de trabajo para que aumente así el ritmo de contrataciones y la creación de empleo. Viejos eufemismos que esconden un aumento regulado de la explotación laboral, aumentando la legitimación legal de la misma.
Sepan también de antemano, que cuando el FMI habla de lograr una consolidación del régimen fiscal, esto pasa por aumentar los impuestos directos e indirectos a las clases trabajadoras, mientras se descarga la presión fiscal sobre empresas y grandes patrimonios con el fin de, supuestamente, fomentar la inversión y permitir así la creación de nuevos puestos de trabajo. Viejas recetas para que los ricos no se lleven su dinero a terceros países en tiempos de crisis, haciendo recaer con ello la recaudación de dinero público casi exclusivamente sobre las espaldas de los trabajadores, desempleados y pensionistas.
Sepan, por supuesto, que nada de lo aquí escrito nos lo estamos inventado nosotros, sino que es el manual de acción neoliberal que han seguido todos los países que han tenido que hacer frente a este tipo de peticiones del FMI durante las últimas tres décadas, tanto en el mundo desarrollado, como, sobre todo, en los países empobrecidos de la periferia capitalista. La década de los 90 en América Latina fue un buen ejemplo de ello, aunque los hay muchos más en todas las partes del mundo, desde las medidas aplicadas por los gobiernos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan en Reino Unido y los EEUU desde principios de los 80, a las múltiples imposiciones hechas a todos y cada uno de los países africanos a través de los denominados Programas de Ajuste Estructural (PAE). Eso, ni más ni menos, es lo que está sufriendo ahora el Estado Español: un Programa de Ajuste Estructural en toda regla impuesto por el FMI y sus palmeros. Neoliberalismo en su más pura esencia.
“No es momento para aumentar los impuestos a los ricos”, decía recientemente Zapatero en sus consejo de ministros. Ahora, pues, pueden saber por qué: es momento de aplicar el manual neoliberal que desde el FMI y la UE están imponiendo al protectorado español ahora gestionado por Zapatero. El primer paso ya se ha dado con el paquete de recortes aprobado por el Gobierno la semana pasada. Ahora vienen de manera inminente el resto de medidas obligadas por el FMI y la UE, reformar las leyes que regulan “mercado” laboral y aumentar la presión fiscal de los trabajadores y trabajadoras. El aumento del IVA previsto para el próximo mes es sólo el primer paso de una cadena de reformas que van a dejar al Estado Español en manos de las instituciones financieras internacionales y los mercados de la especulación capitalista del mundo globalizado.
El Estado Español está sufriendo el peor ataque neoliberal que se recuerda en toda su historia, y los sindicatos del régimen siguen pensando que no hay espacio aún para una Huelga General. También ellos, obviamente, son conscientes de que no hay más remedio que obedecer lo que mandan desde el FMI y la UE, pues el Estado Español hace mucho tiempo que perdió su soberanía e independencia económica, y, entre otras cosas, enfrentarse a lo que ordenan desde el FMI y la UE supondría perder las jugosas subvenciones públicas de las que viven y se alimentan estos sindicatos entreguistas y traidores de la clase obrera.
O hacemos algo de manera urgente para combatir este brutal ataque neoliberal, o podemos acabar como Argentina en el año 2000, y no es ninguna exageración. Ustedes mismos.
lunes, 24 de mayo de 2010
Paraísos Fiscales
Anarkismo en la historia
viernes, 21 de mayo de 2010
Memoria del Saqueo
Actualidad
jueves, 20 de mayo de 2010
Luz verde al nuevo catálogo
miércoles, 19 de mayo de 2010
El Restaurante del Mundo
jueves, 13 de mayo de 2010
Lo que no se dice de la crisis
Es sorprendente que esta explicación haya alcanzado la dimensión de dogma, que se reproduce a base de fe (el omnipresente dogma liberal) y no a partir de una evidencia empírica. En realidad, ésta muestra lo profundamente errónea que es tal explicación de la crisis. Veamos los datos.
Todos estos países tienen los gastos públicos (incluyendo el gasto público social) más bajos de la UE-15, el grupo de países más ricos de la Unión Europea, al cual pertenecen. Mírese como se mire (bien gasto público como porcentaje del PIB; bien como gasto público per cápita; bien como porcentaje de la población adulta trabajando en el sector público), todos estos países están a la cola de la UE-15. Su sector público está subdesarrollado. Sus estados del bienestar, por ejemplo, están entre los menos desarrollados en la UE-15.
Una causa de esta pobreza del sector público es que, desde la Segunda Guerra Mundial, estos países han estado gobernados la mayoría del periodo por partidos profundamente conservadores, en estados con escasa sensibilidad social. Todos ellos tienen unos sistemas de recaudación de impuestos escasamente progresivos, con carga fiscal menor que el promedio de la UE-15 y con un enorme fraude fiscal (que oscila entre un 20 y un 25% de su PIB). Son estados que, además de tener escasa sensibilidad social, tienen escaso efecto redistributivo, por lo que son los que tienen mayores desigualdades de renta en la UE-15, desigualdades que se han acentuado a partir de políticas liberales llevadas a cabo por sus gobiernos. Como consecuencia, la capacidad adquisitiva de las clases populares se ha reducido notablemente, creando una economía basada en el crédito que, al colapsarse, ha provocado un enorme problema de escasez de demanda, causa de la recesión económica.
Es este tipo de Estado el que explica que, a pesar de que su deuda pública no sea descomunal (como erróneamente se presenta el caso de Grecia en los medios, cuya deuda es semejante al promedio de los países de la OCDE), surjan dudas de que tales estados puedan llegar a pagar su deuda, consecuencia de su limitada capacidad recaudatoria. Su déficit se debe, no al aumento excesivo del gasto público, sino a la disminución de los ingresos al Estado, resultado de la disminución de la actividad económica y su probada ineficacia en conseguir un aumento de los ingresos al Estado, debido a la resistencia de los poderes económicos y financieros.
Por otra parte, la falta de crédito se debe al excesivo poder del capital financiero y su influencia en la Unión Europea y sus estados miembros. Fue la banca la que, con sus comportamientos especulativos, fue creando burbujas que, al estallar, han generado los enormes problemas de falta de crédito. Y ahora están creando una nueva burbuja: la de la deuda pública. Su excesiva influencia sobre el Consejo Europeo, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (este último mero instrumento de la banca) explica las enormes ayudas a los banqueros y accionistas, que están generando enormes beneficios. Consiguen abundante dinero del BCE a bajísimos intereses (1%), con el que compran bonos públicos que les dan una rentabilidad de hasta un 7% y un 10%, ayudados por sus agencias de cualificación (que tienen nula credibilidad, al haber definido a varios bancos como entidades con elevada salud financiera días antes de que colapsaran), que valoran negativamente los bonos públicos para conseguir mayores intereses. Añádase a ello los hedge funds, fondos de alto riesgo, que están especulando para que colapse el euro y que tienen su base en Europa, en el centro financiero de Londres, la City, llamada el “Wall Street Guantánamo”, porque su falta de supervisión pública es incluso menor (que ya es mucho decir) que la que se da en el centro financiero de EEUU.
Como bien ha dicho Joseph Stiglitz, con todos los fondos gastados para ayudar a los banqueros y accionistas se podrían haber creado bancos públicos que ya habrían resuelto los problemas de crédito que estamos experimentando (ver mi artículo “¿Por qué no banca pública?”, en www.vnavarro.org).
En realidad, es necesario y urgente que se reduzca el sobredimensionado sector financiero en el mundo, pues su excesivo desarrollo está dañando la economía real. Mientras la banca está pidiendo a las clases populares que se “aprieten el cinturón”, tales instituciones ni siquiera tienen cinturón. Dos años después de haber causado la crisis, todavía permanecen con la misma falta de control y regulación que causó la Gran Recesión.
El mayor problema hoy en la UE no es el elevado déficit o deuda (como dice la banca), sino el escaso crecimiento económico y el aumento del desempleo. Ello exige políticas de estímulo económico y crecimiento de empleo en toda la UE (y muy especialmente en los países citados en este artículo). No ha habido una crisis de las proporciones actuales en el siglo XX sin que haya habido un crecimiento notable del gasto público y de la deuda pública, que se ha ido amortizando a lo largo de los años a base de crecimiento económico. EEUU pagó su deuda, que le permitió salir de la Gran Depresión, en 30 años de crecimiento. El mayor obstáculo para que ello ocurra en la UE es el dominio del pensamiento liberal en el establishment político y mediático europeo, imponiendo políticas que serán ineficientes, además de innecesarias. Y todo para asegurar los beneficios de la banca. Así de claro.
martes, 11 de mayo de 2010
Comida Incorporada
viernes, 7 de mayo de 2010
Tan simple y tan especial...
La receta de la ensaladilla rusa con atún de hoy es para mi mujer, Verónica, que es la persona más importante que tengo en mi vida. Claro, diréis que es mi mujer y que una cosa lleva a la otra. Pero es algo que va más allá. Y que incluso es difícil de explicar con palabras. Ella es mi sustento, la que consigue centrarme cuando se me van los cables de la cabeza y me pierdo, con una simple mirada es capaz de alegrarme el día y cuidado que tenemos unas broncas de impresión.
Es una mujer tan sumamente fuerte que a veces ella no se da cuenta que cualquier cosa que se proponga lo puede hacer realidad. Como madre de Oriol, nuestro peque, y de la futura Alma, nuestra peque, se esfuerza y lucha como nadie. A mí me deja muy atrás, lo que me da por pensar que a veces no soy del todo buen padre como debería serlo. Nada, un pensamiento vacio, porque ella dice que si soy muy buen padre.
Tampoco quiero que se ponga a llorar cuando lea estas pequeñas líneas, pero es muy cierto que para mi ella se las merece porque si en algo fallo como marido es que soy tan poco detallista que a veces me merezco un capón bien dado.
lunes, 3 de mayo de 2010
Decrecimiento
¿Defender el decrecimiento?, suena raro, ¿verdad?, pues ojo al siguiente texto.
Joan Surroca, educador, museólogo y político catalán objetor del crecimiento y por ende defensor del decrecimiento.
La crisis, ¿es una oportunidad? ¿Para quién?
Krinein es una palabra griega que significa a la vez crisis y oportunidad. Esta crisis no es nada trágico, depende. Puede ser un fastidio para los olvidados de este mundo, pero es una oportunidad para crecer en humanidad y para ello hay que decrecer económicamente.
O sea, que lo del “desarrollo sostenible”, un “oxímoron” que diría Arcadi?.
No es posible la cuadratura del círculo, como muchos embaucadores nos quieren hacer creer. La crisis actual es una crisis coral: económica, ecológica, financiera, de valores, política, religiosa… Aquí hay tres novedades: por primera vez en la historia de la humanidad, el planeta no puede abastecer nuestras demandas; los logros científicos sin su correspondiente control ético pueden conducir a una catástrofe, y la carrera armamentística, con 27.000 cabezas nucleares almacenadas, tiene el potencial para hacer desaparecer la humanidad y la vida toda del planeta. Saber conducir estos tres grandes retos inéditos sin que medie una tragedia requiere, además de la siempre necesaria suerte, un cambio fenomenal.
¿Existen alternativas solidarias a la crisis?
La alternativa hay que saber buscarla entre todos. No hay lugar para iluminados o populistas (el gran peligro actual). Necesitamos debate, participación, transparencia, renovación política en los personajes y en sus formas. Si participamos, ganaremos la partida, pero hay un empeño enorme para dejarnos permanentemente drogados, atontados. No hay lucidez porque no hay reflexión. No se dispone de tiempo para dejar hablar al silencio. El debate, tan necesario, desaparece porque algunos confunden la democracia como algo que confiere a los elegidos una especie de superioridad automática. No escuchan mientras ocupan el cargo. Las próximas crisis aparecerán cada vez más a menudo y serán más difíciles de superar. Desde mi punto de vista no hay otra salida que un cambio profundo de los valores. Tolstoi lo dejó muy claro: “Todos queremos cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”.
¿Qué relación tiene el decrecimiento con la crisis sistémica actual?
El planeta se halla en una situación muy delicada, en estado de emergencia, porque el sistema se basa en el consumismo enfermizo para poder subsistir. Si todos consumiéramos con la misma voracidad que los habitantes de Estados Unidos de América, necesitaríamos cinco planetas para abastecernos y colocar los deshechos. Hoy hablamos de ecocidio porque cada día desaparecen entre 50 y 200 especies animales y vegetales entre otras irresponsabilidades humanas. Pero también es un verdadero genocidio lo que la humanidad lleva a cabo. ¿De qué otra forma llamar al hecho de que cada día mueran 60.000 personas por no tener lo esencial para sobrevivir? Mantener este ritmo de consumo implica asegurarse nuevos puntos del planeta para extraer energía y materias primas. Y esto se hace provocando guerras y conflictos entre culturas.
Lo que le viene de perlas a los mismos culpables de generar esta situación, ¿verdad?
Claro, los generadores de esta dinámica infernal, tienen así pretextos para cercenar libertades, imponer controles, sembrar miedo, cambiar los sistemas educativos y anular las voces críticas en sus medios de comunicación. Si ahora la demanda humana está superando la biocapacidad, es obvio que nos preguntemos: ¿Qué ocurrirá cuando los países emergentes como China, India o Brasil, quieran emular nuestras cotas de consumo? ¿Cómo pensar que nada va a ocurrir cuando a principios del siglo XIX la población mundial era de 1.000 millones de personas, ahora somos 6.800 millones y el año 2050 es posible que superemos los 10.000?
Define esa filosofía del decrecimiento en dos o tres puntos.
Primero: disminuir la producción económica y así lograr una nueva relación de equilibrio entre el ser humano y la naturaleza. Segundo: favorecer un mejor entendimiento entre los seres humanos. Tercero: un reparto de los frutos de la Tierra equitativo.
¿Algo más a tener en cuenta?
Sí, que el decrecimiento es un movimiento que no admite liderazgos, ideologías cerradas, ni banderas a seguir. Es más bien un marco que da acogida a todas las personas y grupos alternativos al actual sistema capitalista.
¿Qué tiene que ver el decrecimiento con eso de la huella ecológica?
La Huella Ecológica es un parámetro que sirve para medir objetivamente la demanda de la humanidad sobre la biosfera en términos del área de tierra y mar biológicamente productiva requerida para proporcionar los recursos que utilizamos y para absorber nuestros desechos. Puede hacer referencia a todo el planeta o bien limitarse a calcular un área concreta, sea un estado, una región o una ciudad. Gracias a ella podemos tratar con mucha más fiabilidad los temas de sostenibilidad. La Huella nos muestra, como una fotografía, la realidad y al ver los resultados tan preocupantes, han nacido grupos de apoyo a este movimiento no muy definido y plural que es el decrecimiento.
Pero el decrecimiento no plantea volver a la época de las cavernas, ni vivir peor, ¿cierto?
Al contrario, una sociedad que apueste por la sencillez voluntaria se verá beneficiada automáticamente por un sin fin de satisfacciones. Disminuirán las preocupaciones y neurosis propias de la sociedad competitiva hasta el extremo, consumista sin fin y sin tiempo para gozar de las vivencias que dan sentido a la existencia. Olvidamos que el ser humano, además de unas necesidades básicas materiales, tiene que satisfacer necesidades inmateriales. Nos cuesta más comprender estas últimas porque son necesidades intangibles, abstractas. No tenemos medidores para saber cómo vamos de afecto, creatividad, reconocimiento, disfrute de la amistad, etc.
O sea que tenemos que replantearnos nuestro sistema de vida, porque ya no tenemos margen y la tierra parece que ya dice ¡Basta!
Exacto. No hay margen, y cuanto más tardemos, más cargaremos sobre las espaldas de las futuras generaciones el esfuerzo que requiere reequilibrar nuestros excesos. Deberíamos tener más despierta la responsabilidad intergeneracional. Hay que tener respeto hacia los que nos precedieron y nos dejaron un mundo habitable y respeto hacia las generaciones que tienen derecho a un planeta bello y equilibrado. La velocidad de nuestro tren de vida es tan exagerada que, aunque se diera el caso de ponernos de acuerdo para llegar a unas formas de vida más humanas, el frenazo duraría muchos años antes de que lográramos superar la fase del endeudamiento ecológico.
Vamos, que de recuperarnos en este siglo, después del fracaso de la cumbre de Copenhague, nada.
En el mejor de los casos, se hablaba de que hasta el año 2040 la Tierra no producirá nuevamente por encima de la demanda y, por tanto, no estará en condiciones de volver a generar un saldo positivo de su biocapacidad. Pero efectivamente hoy son unas probabilidades harto difíciles dada la poca capacidad para coger el toro por los cuernos, que hemos visto en las cumbres recientes.
¿Cabe el decrecimiento dentro del capitalismo?
El decrecimiento, no se entiende dentro del sistema capitalista porque éste se basa en crecer infinitamente y no puede parar. Es como quien va en bicicleta; puede mantener el equilibrio parado unos segundos, pero al final pondrá un pie en el suelo. Dejar de crecer económicamente quiere decir crecer en otros sentidos.
¿Entonces habrá que trabajar menos, por ejemplo?
Nuestra cultura se basa en el trabajo como realización. Pero el trabajo no es la vida. Es una obviedad que no tenemos tiempo para nada: la familia está pagando muy caro este modo de vida. No hay tiempo para la educación de los hijos, todo se traslada a la escuela y claro está que la escuela no puede suplir lo que es propio del ámbito familiar. Las generaciones de los mayores no tienen contacto con los pequeños y esto es simplemente un despilfarro que no nos lo podemos permitir. Los abuelos siempre han transferido a los pequeños una serie de valores que son muy útiles para su buen desarrollo. No hay tiempo para la creatividad ni para la celebración. Una sociedad que reduzca drásticamente la jornada laboral volverá a poner su metrónomo al compás humano. Mi esperanza es observar que cada vez hay más grupos, aún minoritarios, que prefieren una vida más sosegada aunque sea ganando algo menos y viven mucho mejor.
¿Es suficiente con que revisemos individualmente nuestro consumo?
Revisar nuestro consumo es un ejercicio de responsabilidad. Cada persona puede mejorar ciertos hábitos y debería hacerlo como si de ella dependiera la salvación del planeta. Pero, con ser imprescindible no es suficiente. Si no hay conciencia social puede aparecer el llamado efecto rebote, es decir, en mi casa pongo bombillas de bajo consumo, construyo una cisterna para recoger aguas pluviales, instalo placas solares en el tejado, cambio mi caldera por otra de biomasa, etc., con lo que produzco unos efectos ecológicos beneficiosos y, además, me ahorro dinero; pero si con ese dinero ahorrado como resultado de unas buenas prácticas, cojo un avión al Caribe, con el CO2 emitido, habré superado muchísimo todo el que con tanto esfuerzo había reducido durante el resto del año. Lo sensato es que en lugar de primar los ingresos se priorice el tiempo libre (siempre que se tengan las necesidades básicas cubiertas, claro está). Ganar algo menos que ponga coto al consumo para gozar de la vida en actividades que no tienen ningún coste y son las más gratificantes.
¿ Entonces es primordial un cambio en la producción?.
Claro que no es suficiente reducir el consumo porque, si no hay soluciones políticas, la ciudadanía se desmoraliza y difícilmente hará un esfuerzo ahorrativo en el consumo, excepto los militantes que son minoría. Si Copenhague ha sido un fracaso a pesar de la urgencia que había en variar las políticas, ¿cómo van a pedir cambios de hábitos a los ciudadanos? Si pretendemos que la micro economía funcione también hay que dar ejemplo desde lo macro. Es más, los políticos mandan mensajes absolutamente contradictorios. Para salvar la crisis, dicen siempre que pueden, hay que consumir. O sea que sí hay que cambiar la producción. Si variar el consumo es harto difícil, mucho más es construir una nueva sociedad basada en otro sistema productivo. Precisamente porque median intereses egoístas de los grandes grupos económicos multinacionales que rigen la política real de los estados. Algunas multinacionales facturan más que el PIB de algunos países. Sólo podremos hacer frente a estos colosos si nos damos cuenta que hay que movilizarse, salir a la calle para poner fin a la más cruel de todas las guerras.
¿ Concreta algunas propuestas mas y dinos si podemos ser optimistas de cara al futuro?.
Repartir el trabajo para evitar, además de los beneficios comentados, una sociedad dual con la mitad de los ciudadanos en permanente situación de trabajo precario o en paro. Modificar los sistemas de transportes, que eliminen grandes trayectos innecesarios, tanto de personas como de mercancías. Favorecer la relocalización de la producción de bienes agrarios, industriales y de servicios. Impulsar una publicidad que se limite a la información de los productos y no a la incitación permanente. Limitarse a las energías naturales, especialmente la solar… en fin, los resultados serían unos sistemas de vida bien diferentes a los que ahora conocemos. Pero hay que confiar porque también se superaron sistemas tan arraigados en su día como el esclavismo, el feudalismo, el mercantilismo… Nadie querría ir para atrás. Hay que mirar el futuro y, si logramos dar una buena respuesta a esta crisis, seguro que a las futuras generaciones les espera un porvenir mucho mejor que nuestro presente.